Hoy fui transportado imaginaria y de cuerpo presente a un lugar donde el ki se sentia elevado, un lugar donde la inteligencia estaba a flor de piel, un lugar donde los radares de detección de poder de Dragon Ball Z hubiesen explotado en mil pedazos. Hoy fui transportado a la sección de pediatria de una clinica.
En medio del llanto y la conversa serena de los niños, pude escuchar a uno que le decía a su papá: "Papi que podriamos hacer sin cerebro", imagino que el chiquillo estaba averiguando que pasaria si en vez de romperse la mano como esta vez, se hubiese roto la cabeza; el papa le dijo algo contundente: "No seriamos capaces de hacer nada".
Sin embargo mirando el trasfondo metaforico del asunto y partiendo de la premisa de que nuestros movimientos sigan intactos tras un porrazo en la cabeza, me atreveria a decir que si en vez de obedecer a nuestra cabeza obedecieramos siempre a nuestro corazon, tal vez se pudiera vivir la vida de manera más apasionada.
Tratariamos siempre de actuar por impulsos, lo cual a veces es realmente malo, pues tomar decisiones en estado de calentura puede desatar cosas de las que nos podemos arrepentir; sin embargo si siempre seguimos el impulso tras la cultura del riesgo, de seguro que nuestra existencia estaria llena de más experiencias y por ende de sabiduria.
A modo de simil podria ser el caso del equipo Argentino que va perdiendo sobre el minuto 44 del segundo tiempo 1-0, daria lo mismo perder 1-0 que 2-0 diria el DT del equipo y mandaria a todo su equipo al area en las ultimas pelotas del partido, los jugadores intentarian meter la pelota aunque sea con el ombligo, jugando con más pasion que orden.
Pero nada de lo anterior hubiese sido posible, si alguna voz hubiese dicho "da lo mismo perder 1-0 que 2-0, ataquemos", ni tampoco si los jugadores hubiesen mirado su cronometro y se pusieran a pensar que ya era imposible. Corazon y Razon nuevamente juntas. Por ello tal vez la respuesta para el chiquillo seria "hay veces en que es necesaria la pasion y otras veces en que lo es la razon", o en otras palabras "el cerebro sin corazon no nos permite tomar la decision".
En medio del llanto y la conversa serena de los niños, pude escuchar a uno que le decía a su papá: "Papi que podriamos hacer sin cerebro", imagino que el chiquillo estaba averiguando que pasaria si en vez de romperse la mano como esta vez, se hubiese roto la cabeza; el papa le dijo algo contundente: "No seriamos capaces de hacer nada".
Sin embargo mirando el trasfondo metaforico del asunto y partiendo de la premisa de que nuestros movimientos sigan intactos tras un porrazo en la cabeza, me atreveria a decir que si en vez de obedecer a nuestra cabeza obedecieramos siempre a nuestro corazon, tal vez se pudiera vivir la vida de manera más apasionada.
Tratariamos siempre de actuar por impulsos, lo cual a veces es realmente malo, pues tomar decisiones en estado de calentura puede desatar cosas de las que nos podemos arrepentir; sin embargo si siempre seguimos el impulso tras la cultura del riesgo, de seguro que nuestra existencia estaria llena de más experiencias y por ende de sabiduria.
A modo de simil podria ser el caso del equipo Argentino que va perdiendo sobre el minuto 44 del segundo tiempo 1-0, daria lo mismo perder 1-0 que 2-0 diria el DT del equipo y mandaria a todo su equipo al area en las ultimas pelotas del partido, los jugadores intentarian meter la pelota aunque sea con el ombligo, jugando con más pasion que orden.
Pero nada de lo anterior hubiese sido posible, si alguna voz hubiese dicho "da lo mismo perder 1-0 que 2-0, ataquemos", ni tampoco si los jugadores hubiesen mirado su cronometro y se pusieran a pensar que ya era imposible. Corazon y Razon nuevamente juntas. Por ello tal vez la respuesta para el chiquillo seria "hay veces en que es necesaria la pasion y otras veces en que lo es la razon", o en otras palabras "el cerebro sin corazon no nos permite tomar la decision".
3 comentarios:
Gabril, te agradesco el pensamiento profundo, la reflexión hace parte de la vida y en ti la vida hace parte de la reflexión. gracias por las buenas palabras en el momento justo.
Que buen pensamiento viejo
Hermano, su blog es algo grato de leer en un día como este: soleado por fuera, nublado por dentro.
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